Autor: Beatriz Esteban
Editorial: Nocturna
Páginas: 463
SINOPSIS
Me moría de ganas de leer Presas, de Beatriz Esteban. Había estado esperando a que terminara el curso y a tener todo el tiempo del mundo para dedicárselo, y ahora que lo he terminado, puedo venir a hablaros de él con tranquilidad.
La cárcel es un tema que me llama mucho la atención. Siempre me he preguntado cómo es posible que en un lugar en el que se le quita la libertad a una persona para hacerla cambiar, las cosas funcionen tan mal que, una vez se les devuelve dicha libertad, no sepan aprovecharla, que no se haya conseguido el supuesto propósito de ayudarla para poder volver a convivir en sociedad junto a todos los demás. Este tema hace que me contradiga un poco conmigo misma porque, ¿en serio podemos aceptar que alguien que haya matado vuelva a caminar por las mismas calles por las que caminaba? ¿Podemos aceptar siquiera que vuelva a la calle? ¿Alguien se merece la libertad después de acabar con una persona? Pero por otro lado, ¿no todo el mundo debería tener una segunda oportunidad? Es decir, quizá se haya cometido un error —ahora no solo hablo de asesinatos, sino de robos o de cualquier otro delito—, y quizá ese error se puede arreglar de alguna manera. Ya no solo arreglar, sino entender, como escribió Beatriz, por qué suceden estas cosas. Cosas que, por cierto, suceden también en la calle.
Quiero decir tantas cosas sobre este libro y a la vez quiero decir tan poco que no sé ni por dónde empezar. Yo no sabía demasiado sobre la trama, tampoco quería, puesto que prefería meterme de lleno en ella y dejar que me absorbiera, así que he seleccionado varios aspectos que sí quiero tratar.
En esta historia se tratan muchos aspectos importantes. El maltrato está presente, la injusticia, el miedo y la impotencia también, por supuesto.
Azahara es presa en el centro penitenciario de Ordana, en el módulo de madres. Es un personaje que me ha gustado mucho, porque siempre es sincera, pero sabe cómo tiene que actuar dentro de la cárcel y qué se debe decir y cuándo se debe decir. Aunque hay momentos en el que tiene fallos, pero siempre están Gabi y Esme para ayudarla. Allí dentro no se puede tener amigas, pero sin duda alguna ellas son lo más parecido. Azahara hace todo lo que hace por su hija, por sacarla adelante, por alejarla de las personas tóxicas.
Por su parte, Leire es una de las voluntarias de la escuela de verano del centro. Es una chica que, aparentemente, tiene una vida perfecta, pero me gustó encontrarme con que tiene sus debilidades y que todo ello la hace mucho más humana. En este personaje vemos una gran evolución, y la manera en la que acaba aceptando el futuro más cercano me parece admirable. Además, la relación que tiene con Azahara desde el principio es muy bonita y real.
Respecto a los capítulos, no siempre lo narra un personaje. Normalmente son contados o bien por Azahara o bien por Leire, pero también hay excepciones.
Esta autora tiene algo que no sé describir, sus palabras son como magia, se clavan dentro y te hacen sentir todas y cada una de las emociones de los personajes. Me ha hecho replantearme muchas cosas, ha cambiado mi forma de ver las cárceles, reforzando lo que ya sabía y enseñándome cosas nuevas.
Editorial: Nocturna
Páginas: 463
ISBN: 978-84-16858-83-5
Formato: Tapa blandaSINOPSIS
El mundo es una escala de grises, pero siempre lo vemos en blanco y negro. El blanco de quien es inocente y se acerca a la prisión con miedo a convertirse en una víctima. El negro de quien inunda las cárceles de aislamiento. Y el gris que envuelve el lugar, plagado de matices.
Un día me dijeron: «Leire, no vayas a la cárcel, hay gente peligrosa». Y les sorprendí cuando contesté: «Fuera también».
Ambientada en una cárcel, Presas narra la realidad de una prisión desde dos puntos de vista opuestos: el de Leire, que accede como voluntaria, y el de Azahara, encerrada por un crimen terrible. Sin embargo, por muy distintas que sean sus perspectivas, pronto ambas descubrirán que unos barrotes no son la única forma de convertir a las personas en presas.
Un día me dijeron: «Leire, no vayas a la cárcel, hay gente peligrosa». Y les sorprendí cuando contesté: «Fuera también».
Ambientada en una cárcel, Presas narra la realidad de una prisión desde dos puntos de vista opuestos: el de Leire, que accede como voluntaria, y el de Azahara, encerrada por un crimen terrible. Sin embargo, por muy distintas que sean sus perspectivas, pronto ambas descubrirán que unos barrotes no son la única forma de convertir a las personas en presas.
OPINIÓN PERSONAL
La cárcel es un tema que me llama mucho la atención. Siempre me he preguntado cómo es posible que en un lugar en el que se le quita la libertad a una persona para hacerla cambiar, las cosas funcionen tan mal que, una vez se les devuelve dicha libertad, no sepan aprovecharla, que no se haya conseguido el supuesto propósito de ayudarla para poder volver a convivir en sociedad junto a todos los demás. Este tema hace que me contradiga un poco conmigo misma porque, ¿en serio podemos aceptar que alguien que haya matado vuelva a caminar por las mismas calles por las que caminaba? ¿Podemos aceptar siquiera que vuelva a la calle? ¿Alguien se merece la libertad después de acabar con una persona? Pero por otro lado, ¿no todo el mundo debería tener una segunda oportunidad? Es decir, quizá se haya cometido un error —ahora no solo hablo de asesinatos, sino de robos o de cualquier otro delito—, y quizá ese error se puede arreglar de alguna manera. Ya no solo arreglar, sino entender, como escribió Beatriz, por qué suceden estas cosas. Cosas que, por cierto, suceden también en la calle.
Quiero decir tantas cosas sobre este libro y a la vez quiero decir tan poco que no sé ni por dónde empezar. Yo no sabía demasiado sobre la trama, tampoco quería, puesto que prefería meterme de lleno en ella y dejar que me absorbiera, así que he seleccionado varios aspectos que sí quiero tratar.
En esta historia se tratan muchos aspectos importantes. El maltrato está presente, la injusticia, el miedo y la impotencia también, por supuesto.
Azahara es presa en el centro penitenciario de Ordana, en el módulo de madres. Es un personaje que me ha gustado mucho, porque siempre es sincera, pero sabe cómo tiene que actuar dentro de la cárcel y qué se debe decir y cuándo se debe decir. Aunque hay momentos en el que tiene fallos, pero siempre están Gabi y Esme para ayudarla. Allí dentro no se puede tener amigas, pero sin duda alguna ellas son lo más parecido. Azahara hace todo lo que hace por su hija, por sacarla adelante, por alejarla de las personas tóxicas.
Por su parte, Leire es una de las voluntarias de la escuela de verano del centro. Es una chica que, aparentemente, tiene una vida perfecta, pero me gustó encontrarme con que tiene sus debilidades y que todo ello la hace mucho más humana. En este personaje vemos una gran evolución, y la manera en la que acaba aceptando el futuro más cercano me parece admirable. Además, la relación que tiene con Azahara desde el principio es muy bonita y real.
Respecto a los capítulos, no siempre lo narra un personaje. Normalmente son contados o bien por Azahara o bien por Leire, pero también hay excepciones.
Esta autora tiene algo que no sé describir, sus palabras son como magia, se clavan dentro y te hacen sentir todas y cada una de las emociones de los personajes. Me ha hecho replantearme muchas cosas, ha cambiado mi forma de ver las cárceles, reforzando lo que ya sabía y enseñándome cosas nuevas.
Siento a Beatriz cerca, y ya no únicamente porque sea de mi ciudad, porque la haya visto alguna vez o por su instagram, sino por lo que cuenta. Tengo la impresión de que siempre habla desde dentro, y de que todo lo que dice me hace pensar. Presas es un libro que recomiendo completamente, porque por fin se habla de temas que normalmente nos ocultan, de los que nadie dice nada, un tema muy necesario para esta sociedad rota, tanto fuera como dentro de la cárcel. Tal vez todos seamos presos, de alguna u otra forma.
«Qué triste querer mirar a todos desde la cima en lugar de verlos desde el suelo. Qué triste que mi sensibilidad fuera una carga, un inconveniente, un impedimento, cuando para otros podría haber sido un regalo».
«El amor no es curarle las heridas a la misma persona que te las provoca».
PUNTUACIÓN
-5/5-
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